jueves, 9 de octubre de 2008

Las nuevas tecnologías: puntos de vista y subjetividades



El pasado martes fue el tercer encuentro del Seminario con
Secuelas. En esta oportunidad nos encontramos a (re)ver El Diario de los muertos de George
Romero
. La propuesta fue discutir en torno a algunos disparadores que surgen
de la película sobre la relación con las tecnologías:

  • Lo verdadero y lo verosímil
  • El sujeto y su necesidad de registrar (testimoniar en imágenes para la posteridad)
  • Las nuevas tecnologías y el poder
  • La idea de caos y orden

Estos ejes fueron el puntapié inicial para un debate interesante y profundo sobre el lugar de las nuevas tecnologías en nuestra cotidianidad y en la configuración de las subjetividades. Sin duda el uso de Internet, de cámaras digitales, de celulares ha transformado los modos de construirnos, de narrarnos como sujetos: las fotos en los blogs, la creación de perfiles, los videos que se suben a youtube.
Estos nuevos espacios han permitido que aparezcan otras voces, que se pueda narrar el mundo desde otros puntos de vista. Esta es una de las principales temáticas de la película: las versiones de los hechos. Antes sólo teníamos la versión de los grandes medios, ahora las versiones se han multiplicado; pero ¿cómo se legitiman? ¿quién accede? ¿les creemos?
Los nuevos modos de participación también están atravesados por la marca de época de las nuevas tecnologías: las firmas electrónicas para adherir a una causa, las “movilizaciones” en la red que conviven con los modos tradicionales de marchar hacia las plazas. Nuevos modos de poner el cuerpo.

Héroes posmodernos

Otra de las temáticas que sirve de hilo conductor en El diario de los muertos es el cuestionamiento acerca de si filmar es o no una forma de intervención. Ante situaciones extremas en las que podría socorrer al otro en peligro, el protagonista de la película decide simplemente filmar, sin embargo su objetivo es dejar un testimonio, informar a los otros. La información aparece, en algunos momentos, como la única posibilidad de salvación: aprender cómo sobrevivir, mostrarle a otros cómo hacerlo. Pero qué pasa cuando no queda nadie para mirar, ¿para quién se narra entonces?
Poseer la cámara da poder, permite decidir qué se muestra y qué no, permite contar nuestra propia visión de la historia, nuestro punto de vista. En la película proliferan las cámaras, proliferan las versiones; en paralelo a esto la televisión (como el lugar donde las versiones se unifican y se monopolizan) es puesta en duda “la televisión nos miente o los políticos le mienten a ella”. Otras voces buscan su legitimación como versiones válidas, creíbles y las nuevas tecnologías le dan un espacio.
En El diario de los muertos se ha desatado el caos, se ha roto el orden establecido y las nuevas tecnologías juegan un papel contradictorio: permiten que otras versiones, las no oficiales circulen; pero también amplifican el caos, generan desconfianza. ¿Cuánto podemos creer la versión de los otros? La tesis que propone Romero“más versiones, más lejos de la verdad” resulta interesante y, al mismo tiempo, criticable. Se relaciona con los modos en los que nos hemos acostumbrado a estar en el mundo, creyendo que existe una sola verdad o que la suma de muchos discursos repetidos e iguales da por resultado una certeza.
Sin embargo esta frase que puede ser una forma de expresar un temor a los usos de las nuevas tecnologías, puede leerse también como una crítica a las grandes concentraciones mediáticas que unifican sus versiones en pos de mantener el “orden” aunque todo se esté desmoronando; las mismas concentraciones mediáticas que consideran que el rating puede leerse como consenso.
El diario de los muertos puede leerse como la historia de un héroe –posmoderno- que filma para dejar testimonio, para narrarse y narrar al mundo. Internet es, para este personaje, el último refugio frente al caos, el único espacio que le permite seguir conectado, que le permite dejar su marca, sus 15 minutos de fama.

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